Welcome!

El mundo está lleno de lugares que nadie conoce... y el hombre, hambriento de curiosidad, intenta descubrirlos. Las palabras que achicharran vuestros ojos desde esta pantalla no hacen otra cosa que perderos, pues hay que perderse para alcanzar los destinos más inalcanzables... de lo contrario, todo el mundo sabría dónde están. Perdéos en el mundo onírico, pues nos veremos al otro lado. Bienvenidos

domingo, 14 de octubre de 2012

Estúpidos Proyectiles (Bollocks for Ammunition)

El sonido de la hoja de arce deslizándose por la mesa al entrar por la ventana hizo que Matthew se sobresaltara, haciéndole salir de su humilde trance, mientras la luz rosada y anaranjada de los últimos momentos de la tarde impactaban contra su rostro. Sin embargo, el olor a pino húmedo tras la lluvia aún seguía presente en la aireada atmósfera de la habitación.

Observando el nuevo entorno al que, tarde o temprano, tendría que acabar de acostumbrarse, Matt reflexionaba como si no se le hubiese asignado ninguna otra labor entre aquella masa cósmica de ignorancia, hostilidad y tensión. ¿Seguro que aquél era su lugar? ¿Realmente el destino es lo que lo ha impulsado a empezar tal revolución? Si hay algo de lo que realmente estaría lleno ahora mismo esa noche, pues no había cenado, eran dudas, pero sobre todo miedo, mucho miedo:

- Pero... ¿y si no lo consigo? ¿Y si caigo abatido por tal cantidad de clichés de cobertura? ¿Y si acabo derribado por un francotirador que usa estupideces como munición? Y, en todo caso, en el caso de que fuese capaz de escapar y evitar alguno, ¿quién no asegura que podría ser otro el que finalizase la tarea?
- ¿Realmente te ves capaz de sucumbir?

El sobresalto fue tremendo, no lo vamos a negar, y menos con el cielo ya oscurecido, o al menos así estaba hasta que el destello rojo irrumpió en aquella luz artificial que los caminantes llamaban “noche”. Ahora la Vía Láctea era lo que menos resaltaba entre tanto destello rojizo; parecía un manto en forma de W invertida (no es una M, no es lo mismo). El pecho le empezó a doler, y notó cómo aquella mística fuerza le tiraba otra vez. De pronto, una tercera voz tomó el turno de palabra.
- ¿Acaso has olvidado lo que has venido a hacer? ¿Lo que quieres ser, lo que quieres hacer y cómo planeas conseguirlo? ¿Has olvidado cuál es tu mayor miedo?
No fueron gotas, ni torrentes, ni mares lo que las lágrimas de Matt llegaron a crear en aquella habitación de la colina, pero sí la determinación consecuente... Un tambor masivo que hizo que se girase sobre sí mísmo para poder ver la guitarra que estaba detrás suya.

- Tienes muchas armas para conseguirlo, Shrider, pero sin duda, la más poderosa de todas es tu palabra. Puedes cambiar la vida de muchas personas que realmente lo necesitan. No todos te lo agradecerán, de hecho, te tomarán por loco, pero alguien tiene que hacerlo. Que no te arrastren, no les creas cuando digan que “las cosas son así”, porque no lo son, mi vida. ELLOS las han hecho así, y es hora de que tú cambies las cosas, porque si tú no lo haces, ¿quién de los caídos crees que lo hará? Cada vez hay más y su dolor es mayor. Debes hacer algo.

- Es tu destino, Shrider -respondió la otra voz-.

Al fin, tras un momento de vacilación, Matt agarró su guitarra, salió al pasillo, y, a la vez que el resplandor rojo iluminaba el oscuro pasillo abarrotado de explosiones y confusión, gritó lo suficiente como para que aquel brazo espectral que tiraba de su pecho y aquella silueta rojiza le pudiesen oír... tanto que media ciudad de Granada tuvo que taparse los oídos:
- ¡NO SOY TRAVIS MARSHALL! PERO JURO POR LO QUE MÁS AMO EN ESTE MUNDO QUE, AUNQUE NO PUEDA CAMBIAR EL MUNDO, EL MUNDO NO ME CAMBIARÁ A MÍ! ¿¡ME HABÉIS OÍDO!?


Continuará...

lunes, 1 de octubre de 2012

Maldita tormenta (Damned Storm)

   Se dice que son impredecibles... y que cuando golpean, lo hacen fuerte, o al menos así lo sentí en el coche. Iba con mis padres, mi hermano mayor, mi peluche y sonaba Muse de fondo. Es el grupo favorito de mi padre. Aquella tormenta era una de las más raras que había conocido en mi vida, porque fue cuestión de segundos que el cielo se volviese oscuridad. Entonces, llegó la primera ráfaga.

   No fue nada progresivo. De hecho, todo el agua cayó de golpe mezclada con el granizo más afilado y contundente de la historia. No lo consideraba nieve siquiera, porque podía distinguirlo del agua líquida. Podía hasta sentir cómo el arcoíris ansiaba por salir de aquellos torrentes en el parabrisas, pero eso supondría que llegara a su fin, y aquello, como sospechábamos, estaba muy lejos de acabar. Lo supe cuando sentí el rayo cayendo a nuestro lado, asustando a mi padre y desviándonos de la carretera... lo más curioso de todo fue que aquello no me hacía gritar, ni chillar ni asustarme. Solo veía el coche chocando contra los árboles, azotando las ventanas con sus ramas. Parecían abetos, como árboles de Navidad, cosa preocupante teniendo en cuenta que era agosto y que estábamos en Murcia.

   Lo siguiente fue lluvia espesa, acompañada por relámpagos... cabe destacar que ni mi hermano Raúl ni mis padres (ni siquiera mi madre, que no se considera muy valiente aunque yo sé que lo es) se habían ni inmutado de haber sorteado un gran número de árboles exactamente iguales...

   Pero sí que fue el rayo final lo que hizo que mi padre pegase un brinco. Mi madre chilló y luego mi padre blasfemó:

- ¡JODER! ¿¡Y AHORA QUÉ!?

   Preocupante: la tormenta se había detenido y parado en seco. Nos encontrábamos entre los árboles cuando salió un hombre vestido de uniforme con gorra intentando calmarnos:

- ¡No os preocupéis! ¡No es peligroso, ya he cortado la corriente! Al menos ya ha acabado el lavado del coche, ¿no? No os preocupéis, no hay quemaduras en la carrocería causadas por el cable roto. Malditas ratas...

   Y mientras abandonábamos el túnel de lavado automático, me sentí muy estúpida, humillada, pero nada que la sonrisa de mi madre pudiese calmar:

- ¿Has pasado miedo, cielo? No pasa nada, Noelia, no pasa nada...

domingo, 1 de julio de 2012

Colisión. (Crash)

   No podía ser cierto. No. De eso nada.

   Cual Dios da un paso y no sabe a cuántos humanos ha matado en el acto, el coche aceleró destruyendo y exterminando todo atisbo de vida que quedase sobre el ardiente asfalto, bajo el caucho de los neumáticos.

   Ya lo había visto caer, pero no podía permitir que aquella bola de fuego fuese realmente lo que todos pensaban que era. Tenía que ser cualquier otra cosa, ¡CUALQUIERA! ¡Un meteorito, un trozo de satélite, una de las famosas Perseidas! Si realmente fuese aquello, no importaría. Todo seguiría igual que siempre. Todo iría bien y no habría miedo de caer en las fosas de la ignorancia. Los tentáculos espinosos de la estupidez seguirían al margen de todas las personas. Cada uno podría seguir siendo una persona cuya inteligencia, razonamiento y sabiduría harían sombra a la Biblioteca de Alejandría, y podrían ser felices y sentirse seguros de que cualquier cosa se podría resolver.

   Pero no era así. Ese día ocurrió lo peor.

   Si las amebas tuviesen cerebro y sentimientos, habría un genocidio cada centésima de segundo, pero ninguno como aquel, cuando la rabia de Travish Marshall, filósofo canadiense establecido en Cartagena, gritó a los cielos tras ver la gran bola de fuego rojo que sostenía las mentes del mundo precipitarse contra el mar cercano a Calblanque. El conocimiento había muerto.

O, por lo menos, eso pensaba antes de oír una voz surgiendo de las nubes y el mar.

Mi cuerpo explotará
pero mis cenizas se esparcirán
flotando sobre mis escamas
a los rincones de la humanidad.
Es tu deber guiarlas, Marshall.

- ... Sí, Dragón Rojo.

jueves, 21 de junio de 2012

El grito. (Scream)

Lo que estaba a punto de suceder nunca había pasado a la vez en todas partes... hasta aquel día.

La gran espiral oscura se formó en solo un instante, cuando todos los vientos y todas las personas alcanzaron su mayor nivel de descontrol. Y sin embargo, al mismo tiempo, no quedaba ningún centímetro cuadrado de tierra seca en la zona. Todas las barandillas metálicas habían perdido su capa de pintura, y las inscripciones hechas con llaves y compases ya no se podían distinguir. Ya no se distinguía ninguna de las iniciales que estaban unidas por una "x". Todos los cristales volaron en mil pedazos junto con los últimos alientos de cordura.

Las miradas de desconcierto entre todas las personas, marcadas por sus ojos rojos, se habían manifestado tras el intento de todos por tratar de entender la situación. ¿Qué había pasado aquella vez? ¿Realmente había funcionado?

La plaza estaba saturada de gente, gente que había pasado de estar ansiosa a estar asustada. Las nubes ya habían empezado a taponar el último atisbo de luz solar, pero no a tal velocidad. Estaba la gente tan metida en sus asuntos, que su reacción ante aquello tendría que haber sido minimalista... pero no fue así.

Los ciegos empezaron a abrir los ojos, los cojos empezaron a correr y los sordos empezaron a echarse al suelo para gritar de dolor al oír aquella mezcla formada por la espiral, que tanto recordaba a un tornado. Los niños se aferraban a sus madres, como si de una zarza en el borde de un barranco se tratase. Los adolescentes habían dejado caer sus mochilas, skates y teléfonos al suelo como si fuesen una carga que les impidiese mirar mejor hacia arriba, cuando aquellos entes de color oscuro giraban a gran velocidad.

- Jamás pensé que esto era capaz de invocarse -decía Vaira, mientras se desmayaba y caía desde la torre del campanario de la Catedral, tras haber incitado a todos que aboliesen el silencio, la hipocresía y la cobardía en frente de los guardias. También incitó a los propios guardias.

Al ver el cuerpo casi sin vida del revolucionario, los habitantes se llevaron la mano al pecho, cerraron los ojos y le dieron las gracias. Durante un instante, olvidaron el hecho de que había un tornado hecho de gritos de desahogo encima de sus cabezas y a punto de descomponerse en una explosión, secando así todos los rincones formados por sus lágrimas esparcidas por la ciudad, pero destruyéndolo todo.

Las últimas palabras que se tragó el tornado antes de que la luz cegadora hiciese aullar a los coyotes de la montaña, llegaron, sin embargo, a toda galaxia conocida y desconocida, reclamando el cambio de leyes sociales que residen en lo más abisal del entendimiento humano:

- Estamos condenados a ser libres. Reiniciemos la humanidad.


_________________________________________________________________

Nota: Cuesta pillarlo, pero os reto a que me contéis vuestra interpretación del relato.

jueves, 14 de junio de 2012

La Hora de la Verdad. Segunda parte. (Time for the Truth)

Buenas a todos, panchitos ibéricos del apocalipsis! Celebrando el fin de los exámenes de Selectividad aprovecho para excusarme: con el estudio no se me ha ocurrido ninguna historia buena, pero como no quiero decepcionaros os dejo la segunda entrega de La Hora de la Verdad, que es tan predecible como todos la consideran. No creo que siga con esta historia (¡Bien!) pero tengo varios recursos para crear microrrelatos del  tipo que a todos os gustan ;) ¡Se aceptan sugerencias!


V: Entonces... ¿ya está?
N: Sí. A partir de ahora tendremos tiempo para nosotros solos...
V: Noto en tu voz que me ocultas algo.
N: ¿Qué? ¡No, en serio! A partir de aho-
V: ¿Qué es eso?
N: ¿El qué?
V: ¡Eso que hay en la pared!
N: ¿El qu- Ah... ya... bueno, eso...
V: Vuelves a mentirme.
N: ¡No, cariño, en serio! ¡No es lo que parece!
V: ¿¡Entonces ESO no parece un papel de descuento en una autoescuela!?
N: No quería decir eso, me refiero a que-
V: ¡BASTA!
N: ...
V: ¿No te das cuenta de lo mal que me he sentido estas semanas?
N: Mejor que nadie, eres parte de mí. Pero-
V: ¡PERO NADA! ... ¡y ENCIMA me encuentro tu formulario de preinscripción y tu solicitud de admisión a un Colegio Mayor!
N: ¡Eso era una sorpresa! ¡Voy a llevarte conmigo!
V: ¿Cómo?
N: Metida en la guitarra.
V: ... Entiendo. Nos veremos pues.

sábado, 9 de junio de 2012

La Selectividad. (The Pre-University Exams)

Sí, os he engañado.

Esta semana no hay microcuento, porque estoy estudiando para PAU, ¡pero no os voy a dejar insatisfechos!

Aquí tenéis un thriller en proceso de redacción: El Reloj de Plata, por Jaime Martínez Legaz, mi compañero de "gremio literario". ¡Disfrutadlo!

http://relojdeplata306.blogspot.com.es/

sábado, 2 de junio de 2012

Bienvenido a Sanitarium. (Welcome to Sanitarium)

   Durante 5 años no había acontecido nada en la villa de Sanitarium. Los minúsculos ácaros que la habitaban se habían acostumbrado a la tranquilidad sin que ninguna catástrofe azotase a la población. Los pueblerinos, tras el primer año sin terremotos ni desprendimientos, habían empezado a celebrar El día de la Tranquilidad para agradecerles a los dioses un año más de paz. No tenían ningún problema de supervivencia -savo por el envejecimiento de su hogar-: tenían luz, tenían calor, tenían comida, tenían un sistema, hogares, viviendas, turismo y hasta sus propias tradiciones.

   Los sanitas pasaban el tiempo contando sus aventuras, ya que, nunca mejor dicho, allá donde los llevase el viento sufrían todo tipo de odiseas. Los más conocidos en  la villa eran Caprácnico y Sélfido, quienes habían viajado juntos desde una escoba hasta Sanitarium pasando por estanterías, teclas de piano, cepillos de dientes, partes de arriba de los armarios e incluso las pesas del hijo de la casa, quien sufría sobrepeso desde hacía varios años. Contaban y relataban las veces en las que a la madre dueña del hogar se le ocurría abrir las ventanas y hacía que muchos hermanos y amigos de Sanitarium se perdiesen en la oscuridad de las noches de verano, o la catástrofe del Huracán Katrina en 2005, el cual fue tan catastrófico como una Era Glacial. Aquello supuso el fin y el principio de una nueva civilización en aquel dúplex de Nueva Orleans.

- Realmente fue horrible... -decía Sélfido- Ni siquiera las motas de polvo de las camas eran suficiente refugio al que agarrarse. Salieron volando como si nada. -las caras de los mini-sanitas estaban impactadas por la odisea que estaba relatando Sélfido, mientras que Caprácnico asentía con aire de empatía y comprensión, pues todo lo que había sufrido, lo había sufrido con él- ¡Pero dejémonos de dramas, feliz Día de la Tranquilidad!
- ¡Feliz Día de la Tranquilidaaaad! -respondía la aldea.
   Pero no pasó ni un minuto hasta que la puerta del desván se abrió. Jimmy Stone había entrado en la sala y una brisa azotaba las viviendas de la ciudad de Sanitarium. Jimmy agarró el planeta entero de los ácaros y empezaron a sentir los seísmos.

- ¡ALERTA DE NIVEL ALFA 10-64! -decía Shrider, el experto en catástrofes y Seguridad Nacional de la aldea- ¡TENEMOS UN CASO DE SEÍSMO DE 17.3 GRADOS EN LA ESCALA DE TENNOSUKE! ¡NOS HA COGIDO Y NO PODEMOS HACER NADA! ¡VOLVED A LA CASA, AGARRÁOS A TODO LO QUE PODÁIS!

   Los ácaros eran rápidos refugiándose, pero Sanitarium destacaba por sus medidas de seguridad. El país tenía forma de línea recta que nunca llegaba hasta un final, pero aquella zona era muy inestable, por lo que los protocolos sobrepasaban lo que las otras ciudades conocidas de la casa (Cánvel, Zumman y Nekrosya) llamaban -u osaban llamar- "precaución".

- Nunca debí dejarte abandonada. -fueron las palabras que hacían temblar el país entero provenientes de la boca de Jimmy- Sé que he tenido muchas cosas que hacer, pero ahora que por fin he alcanzado mis sueños, puedo volver a agarrarte y disfrutar de ti todo lo que siempre he deseado, como antes... te he echado de menos. Eres parte de mi personalidad... y ahora voy a recuperarla.

   Un chispazo. Un chispazo fue lo que la mitad de la aldea sintió en cuanto Jimmy se dispuso a dar el golpe final a la vida de millones de sanitas que habían estado viviendo allí durante 5 años.
- ¡SUBID A LOS TEJ- 

*¡CHASS!

   No alcanzó a pronunciar Shrider sus últimas palabras. Estaba electrocutado, y solo los ácaros más pequeños y ágiles se habían salvado por los pelos, pero el seísmo fuerte estaba a punto de llegar. Justo antes de que Sanitarium viese su final y saltase por los aires, Chivo, el pequeño de la villa, suspiró y susurró:
- Supongo que mi bisabuelo se refería a esto cuando dijo que el origen de la villa es una canción... 

   El primer Mi de Jimmy en 5 años sacudió el polvo de la sexta cuerda: el país más tranquilo de aquel duplex de Nueva Orleans vio su final ese día.

miércoles, 30 de mayo de 2012

La Hora de la Verdad. (Time for the Truth)

- He de confesarte algo.
- ¿De qué se tra- ¡No me lo digas! ¡LO SABÍA! ¡Ya decía yo que me estabas ignorando mucho últimamente! Pero es algo que no entiendo... si yo soy parte de tu vida...

 Agachó la cabeza y dio un suspiro. Luego respondió:
- Necesito un poco de tiempo... espero que lo entiendas.
- Pero... *snif* pero si yo, yo... pero si justo ahora que estamos de vacaciones y tenemos tiempo para nosotros... ¿cómo has podido?
- No es lo que parece... es solo un tiempo.
- ¿¡Vas a tratarme como un segundo plato!? ¿¡Es que ya no me quieres!?
- ¡Pues claro que te quiero! Es solo que-
- ¿¡Que qué!? ¿¡EH!? ¿¡Cómo se llama!?
- Viso, escúcham-
- ¿¡CÓMO-SE-LLAMA!?
- ... Se llama Pau.
- ¿Gasol? -estalló a carcajadas tras esto.
- Tú y tus coñas de cada momento...
- Es esto lo que te gusta de mí, ¿recuerdas? O por lo menos te gustaba. Ahora explícamelo...
- ... Me hace chantaje.
- ¿Cómo?
- Si no estoy con ella durante dos semanas... va a arruinar mi vida para siempre, y lo sé.
- ¿Tan grave es?
- Solo tengo que dedicarle tiempo... mientras tú-
- ¡No puedes estar diciéndome esto! ¿Qué voy a hacer yo? ¿Hibernar? ¡NOSOTRAS NO HIBERNAMOS!
- ¡Pero no puedo mantenerte! ¡He de dedicarle cada segundo a ella!
- ¿¡Y qué te va a dar ella que no te dé yo!? ¿No lo ves, amor? Yo te doy la diversión que necesitas en cada gota de alcohol, en cada calada de tabaco, en cada segundo de un beso, cada gota de adrenalina en el deporte, cada gramo de concentración en los videojuegos, en cada momento inolvidable, en cada fotografía, cada palabra con tus amigos... Me necesitas como yo te necesito a ti... no podemos vivir el uno sin el otro... ya tenemos suficiente con que el sueño nos separe... no me excluyas por completo... Te necesito despierto y con ganas de mí...
- Lo dices como si no lo supiera... y siempre te estaré agradecido. Te quiero, de verdad. Solo dos semanas, ¿vale? Por favor, Viso...
- Deja de llamarme Viso... resérvatelo para cuando estés ebrio.
- Vale... Por favor, Vida Social.... entiéndelo.
- ... De acuerdo. ¿Solo por esta vez, no?
- Así es.
- Pues gánatela, y dale este mensaje de mi parte: en cuanto acabes con PAU, eres todo mío. Todo mío.
- Te lo prome-....

Pero ya era demasiado tarde, los instrumentos, aparatos electrónicos, pósters, videojuegos, cómics y teléfono desaparecieron antes de que sus palabras fuesen tragadas por el viento del ventilador de la biblioteca.
- ¿Pero qu-
- ¡CÁLLATE!

domingo, 27 de mayo de 2012

Las Alas del Dragón Rojo. (The Red Dragon's Wings)

Alas. Por encima del desierto, desafiando las dunas y el tiempo. Gira para tocar con la punta a gran velocidad el agua de la costa alcanzada. De nuevo los cielos le dan la bienvenida. *Hipervelocidad.

Alas. Es lo único que ven por encima de la bizantina basílica al pasar entre sus 4 torres delgadas... a un lado Asia, al otro Europa, y detrás su destino pasado. *Hipervelocidad.

Alas. Los monos y la gente del teleférico se asustan. Las playas dan sensación de marabunta de hormigas huyendo de su propia reina y el Cristo Redentor siente ganas de volar también... pero no puede. *Hipervelocidad.

Alas atravesando las pirámides del Sol y de la Luna. Los dragones de piedra rugen por su presencia. *Hipervelocidad.

Alas comparándose con los aviones. El tráfico aéreo se descontrola. 6 horas de huelga por miedo y terror. La Catedral sobre el río amenaza a la bestia con su aguja. ya que sus torreones no imponen más que el resentimiento del trabajo inacabado. *Hipervelocidad.

Alas cruzando la Plaza Roja, fuentes aseguran que se trataba de una bola de fuego atravesando la nieve del aire. *Hipervelocidad

Alas camufladas por la magia de la pirotecnia, mientras veía a sus semejantes dando vida a las personas... sin embargo, aquellos habían perdido sus alas. *Hipervelocidad

Las nubes distorsionan la vista de la bestia alada. Y mientras gana altitud para poder dislumbrar las estrellas y las grandes Alas del Dragón Rojo a las que idolatra, la Tierra descarga su ira en una pizca de segundo, derrumbando todas las cosas que fueron esparciéndose por el mundo, cayendo en forma de privilegios y de conocimiento de la vida. Aquel ente caía mientras el sonido del trueno llegaba a ninguna parte de alrededor. Pues ni las ballenas podían creer que aquello que había estado asustándolos cayese ante seres tan diminutos como los humanos. *Hipervelocidad en picado

La gran bola de fuego y humo con sus alas desprendidas creaba la apariencia de una estrella fugaz mientras el tono rosado del cielo disipaba las nubes. Eran dos soles, dos luces iluminando las mentes ignorantes de la humanidad. El dragón del conocimiento había sido abatido por un rayo tras seguir su rumbo por El Cairo, Estambul, Río, Teotihuacán, París, Moscú y La Ciudad Prohibida de Beijing.

Y mientras el Sol volvía a ser lo único que iluminaba a las personas, las Alas del Dragón Rojo desaparecieron del cielo.... para siempre.


miércoles, 23 de mayo de 2012

El brazo fantasma. (The Ghost Arm)

   El cielo se resquebrajó como un cristal... y no pasó mucho hasta que los vientos aceleraron. Aquella brecha parecía, vista desde frente, como mirar dentro de un lago cristalino: no sabías cómo de profundo era y el sentido de la distancia te engañaba. De su interior salió un brazo fantasmal que cortaba montañas, atravesaba arbustos e ignoraba a las personas... todas menos a mí.

   Fue solo un instante. Aquel brazo me atravesó el pecho y siguió su trayectoria sin rumbo alguno. Pero ocurrió algo extraño: las arterias y las venas sentían tirones que mandaban la sangre al único lugar al que se podían refugiar: la cabeza estaba a punto de estallarme, y más la cara, que roja se volvía mientras el brazo apretaba mi corazón alejándose de mi cuerpo alcanzando la velocidad de un pájaro huyendo de una explosión. Y es que cada latido venía con su sístole, diástole y onda expansiva.

    Y desde entonces, cada noche, el brazo se tambalea kilómetros hacia un lado y hacia el otro... haciendo que las estrellas tiemblen y que las montañas se derrumben ante sus pilares. Que los mares griten furiosos y desafiantes contra los barcos de los solitarios y que las nubes alcancen una rapidez similar a la de un cometa.

El brazo hace de comba entre la brecha y el infinito. Y yo caigo cada vez en aquel lago, sumergiéndome en el más profundo de los sueños del que uno no distingue lo real de lo onírico.

Y menudas garras tiene.

Diálogo en plena cara. (Dialogue in full face)

- ¿A qué viene esa cara tan larga?
- ¡No tengo cara! ¡No seas idiota!
- Pero siento tu tristeza desde aquí detrás.
- Soy efímera de por sí, ¿vale? Mi existencia se reduce a minutos, tal vez horas, pero nunca paso del día...
- Es lo que tiene.
- ¿Sabes? Te envidio
- ¿¡Qué!? ¿Cómo puedes decir eso?
- No tienes que preocuparte de que te lastimen, o de que te mojen, sea con agua o con saliva y ade-
- No tienes ni idea de lo que estás diciendo. ¡Eres el centro de atención! Mientras tanto yo soy un estorbo sin público... todos me miran mal y me acusan de provocar enfermedades.
- Porque el que te puso sería inexperto.
- ¡¡Inexperto por no decír MANAZAS!!
- Pero resistes mucho más que yo...
- No estés triste... no llores
- ¡Que no puedo llorar, no tengo ojos!
- Sí que los tienes... por ahora.
- Ay, deja de recordármelo.
- Lo que daría por tener ojos.
- Y sin embargo me ves.
- No te veo, te siento.
- No quiero separarme de ti...
- Ya es tarde.

(se abre el grifo)

- ¡NOOOOOOOOOO!
- Adiós, calcomanía.
- Adiós... piercing. cof cof*
- ¿¡QUERÉIS CALLAROS LOS DOS!? ¡Que mi madre me va a pillar y no quiero parecer una yon-
- Cierra la puta boca y méteme en el puñetero cajón de una jodida vez o seré yo el siguiente.

martes, 22 de mayo de 2012

Envuelto en llamas. (Up in flames)

   Siempre supe que mi vida sería insignificante, hasta tal punto de que yo mismo iba a terminar así. Desde que me uní a mis semejantes como si fuese pegamento lo que hay entre nosotros. Nuestro primer dueño nos maltrataba estampándonos pelotas a gran velocidad. Muchos hermanos míos murieron y no dejo de llorar la pérdida. Pero nos salvamos el día que nuestro dueño tuvo un accidente y ya no puedo maltratarnos más... ni a nosotros ni a las pelotas. Nos vendió lleno de rabia y angustia.
  
   El segundo dueño no era mejor, que digamos: nos cortaba la piel, ya que la gente le pagaba por ello. Fue una masacre. Ahí perdimos a muchos más hermanos y los pocos que quedábamos fuimos separados en grupos. Mi grupo fue concebido para acoger a un grupo menor de otros que estaban igual que nosotros: arrancados de sus familias, cortados, moldeados y con impurezas de color en su interior. Entonces nos contaron que a ellos los masacraba con un cuchillo ya que no tenía ningún artilugio mejor.

   Aquel grupo fue menguando con el tiempo. Cada vez perdía más hermanos, pero también perdían impurezas... fueron llegando nuevos grupos hasta que empezaron a contagiarnos las impurezas en nuestro interior. Quedábamos mancillados, contaminados y cada vez lucíamos peor. No nos cuidaban ni tampoco a los demás. El dueño los usaba cuando él quería para que hiciesen cualquier trabajo relacionado con usar sus desperdicios, y cuando no los asomaban, los torturaba para que saliesen a la luz de nuevo.

   Esta situación se repitió durante dos años hasta que nos abandonó... una persona misteriosa nos recogió en el contenedor de la basura. Nos lavó, nos cuidó y nos limpió. Nos limpió de todo lo que nos había pasado antes. Los pocos que quedábamos nos sentíamos con suerte, hasta que empezó a hacer lo que hizo el otro... cortarnos. Perdí a la mitad de mis hermanos una vez más, pero aún quedábamos unos pocos... Tres de ellos fueron apuñalados por un eje de metal... Nunca recogió los cadáveres. Los dejó junto a nosotros para que aprendiésemos...

   Y hoy, 23 de junio, vemos nuestro fin entre las llamas. Hemos sido bate de béisbol, lapicero y llavero.

   Ser astilla no es fácil en esta vida.

La Timba Neurótica. (The Neurotic Poker Hand)

   Era demasiado tarde. Ya empezaba a ver cosas que sabía que estaban ahí, pero que yo no debía verlas, porque aquello implicaba perder todo rumbo en la vida que tuviese. Y sin embargo ahí estaban aquellos martillos diciendo "MILWAUKEE, MILWAUKEE!!" y golpeándose entre ellos hasta que cayó uno de los dos al suelo y empezó a llenarse de un líquido que parecía ser aceite. No pasó ni medio segundo cuando el otro martillo exclamó:
    - ¡Santo Estofado de Imbécil! Los alicates no tienen aceite, ¡sino remolacha! -maldecía una y otra vez mientras se colocaba de nuevo su sombrero de cuero del que se oía el cantar de un cucú amarillo; entonces, con sus manos humanas de seis dedos abrió la puerta del bar y desapareció en la oscuridad.
   No tenía ni idea de lo que estaba pasando. Solo sé que los lápices a los que les estaba sacando punta en ese momento para calmar los nervios estaban empezando a chorrear sangre. Me dolían los lápices, y mucho, como si fuesen mis dedos. Los gusanos de mi cara empezaban a introducirse en mis órbitas; mis piernas no me respondían, pero las ruedas sí (qué extraño, se supone que las ruedas las mandé a reparar esa misma mañana), y empecé a recorrer el bar oyendo risas y sintiendo como mis bolsillos se llenaban de cerveza licuada con moras.
   - ¡No pensé que fueses a ser más payaso de esta manera! -gritó el camarero Illianov mientras soltaba una carcajada que siguieron todos los demás- ¡Si lo hubiera sabido, te habría animado a jugar mucho antes!
    Y mientras una mujer vestida de gato me abría la puerta y me ayudaba a atravesarla -me había atascado con la cadera, o más bien ancla, de 2 metros de ancho- blasfemaba contra todo aquel que se riese a mis espaldas. Les juré que volvería al día siguiente a reclamar lo que es mío.
   Aquel póker de reinas de Edward Glowstone arruinó mi noche. Es la última vez que apuesto mi cordura en una partida.